En el pasado pleno, desde IU intentamos que se aprobara una moción para garantizar la función social de la vivienda. En el debate conseguimos tres cosas: exponer nuestras ideas lo mejor que pudimos, que el PP dijera que sus medidas "antidesahucios" eran más ambiciosas que la ILP promovida por la sociedad civil y que el PSOE nos mentara a Extremadura. Pero más allá de las anécdotas y los argumentos manidos, día tras día hay que seguir empujando para que un discurso que era hace pocos meses minoritario vaya cobrando, si cabe, cada vez más fuerza y se convierta en hegemónico.
Y es que las medidas que
necesitamos para garantizar efectivamente el derecho a la vivienda en
nuestro país son extraordinarias porque partimos de una situación
extraordinaria. Nuestro modelo hipotecario expulsa y excluye a una
parte importante de la población, porque las entidades bancarias han
estado concediendo préstamos a sabiendas, en ocasiones, de que no
iban a poder devolverse. Personas que no ganan en toda su vida
laboral 200.000 euros es evidente que no iban a poder abonar 200.000
euros de hipoteca. Además, tenemos el dudoso honor de ser el único
lugar donde, a pesar de perder la vivienda se mantiene una deuda con
la entidad bancaria, de manera que puede darse la paradoja de perder
la vivienda y a la vez tener una deuda mayor que la contraída en la
hipoteca inicial.