José
Luis trabaja en la construcción, y lleva meses en una obra lejos de
su casa. Varios días a la semana se queda a comer por la zona y ha
localizado un bar que da un menú del día pasable por 6,50 euros.
Pero, desde hace unos días, han empezado a cobrarle un euro de
suplemento por “atención al cliente”. José Luis no lo entiende
muy bien, porque el servicio del camarero no ha cambiado, recibe
exactamente lo mismo y le toca pagar más. Y, además, ha observado
cómo el dueño del bar alardea de que las cuentas le cuadran más
que bien e incluso se permite invitar a menudo a rondas generosas a
algunos parroquianos con los que tiene amistad. José Luis, claro,
está pensando en cambiar de bar.