Un año más, ha tenido lugar el homenaje a las mujeres republicanas. Hay que agradecer, en primer lugar, a todas las organizaciones
sociales, sindicales y políticas que un año más hayan decidido
participar en este acto sentido de homenaje a las mujeres
republicanas que organizamos desde Izquierda Unida.
Si conmemoramos a las
mujeres republicanas es, como todas las participantes señalamos cada año en nuestras
intervenciones, porque fue sin duda la época en la que más avances
para nuestros derechos se conquistaron, teniendo en cuenta sobre todo
lo poco que la dejaron vivir. Y digo bien, esos derechos se
conquistaron, no se concedieron, y les debemos a muchas mujeres,
valientes y dignas, aquellas conquistas. Vivimos hoy un momento que
es decisivo porque no solo la
institución monárquica sufre el mayor cuestionamiento de las
últimas décadas, sino que hay una emergente reivindicación
ciudadana de mayor participación en las decisiones públicas. La
posibilidad de una Tercera República no es hoy una utopía, sino que puede ser una posibilidad cierta.
Recordaba el otro día, en la
inauguración de la exposición de “Las Presas de Franco”, la
discusión entre Victoria Kent y Clara Campoamor sobre la
conveniencia de reconocer a las mujeres el derecho al voto. Como bien
conocéis, Kent mostró su oposición porque consideraba que las
mujeres españolas carecían en aquel momento de la suficiente
preparación social y política para ejercer tal derecho con
responsabilidad.
De aquella cuestión saco
dos conclusiones que creo que son importantes en este momento
histórico que antes he señalado:
- La primera, que hay que desterrar, de una vez por todas, esa idea de que hay personas a las que se nos debe tratar como menores de edad. Ni hombres que decidan por las mujeres, ni tecnócratas que decidan por el pueblo cuáles son las recetas únicas para abordar la crisis. Lo que nos afecta a todas, debemos afrontarlo entre todas.
- La segunda conclusión es que debemos desterrar todo sectarismo y desconfianza del pueblo. Si Victoria Kent se negaba a reconocer el sufragio femenino era porque creía que unas mujeres adoctrinadas en la cultura católica y conservadora traerían la derrota para la izquierda, para el proyecto de progreso de la República. Quienes hoy defendemos un nuevo proceso constituyente para este país tenemos que olvidarnos de vanguardias ilustradas que dicten el camino a seguir.
El camino se está
construyendo día a día, en la calle, codo con codo. Estamos
rechazando la política arrodillada ante los intereses económicos.
Estamos rechazando una justicia que se revela profundamente desigual
e incapaz de defender al pueblo de un régimen corrupto. Estamos
rechazando una economía ciega ante los dramas humanos, capaz de
concentrar poder y de comprar voluntades. Y junto a ese rechazo
estamos aprendiendo a reivindicar un modelo que ponga en el centro
los derechos de las personas, la participación y la dignidad. Hoy,
que nos pretenden dejar sin nada, lo queremos todo y lo queremos
ahora.
La república tiene plenamente sentido si no hay solo igualdad formal
para acceder a la jefatura del Estado, sino plena igualdad material,
igualdad republicana, en derechos que se toquen con las manos y no
sean papel mojado.
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